jueves, 3 de mayo de 2012

Los Vasos


Para beber y saciar su sed, el hombre primitivo ponía sus manos en forma de copa. A medida que la civilización progresó, sintió la necesidad de encontrar otro medio para llevarse las bebidas a la boca.

Primero, adoptó para su uso cuernos, cáscaras de frutas, trozos de madera ahuecados, potes de arcilla cocida que luego complementó con un asa. Servían para contener agua, leche, miel o algunos alimentos que luego colocaban sobre la llama para cocerlos.


En la Roma antigua, el modoliulus era lo más parecido a la actual copa y tenía la medida de un tercio de ánfora. Otro recipiente particular, llamado mastos en griego, reproducía la forma del seno de una dama, y fue el primer diseño de lo que hoy llamamos copa para vinos espumantes.

Los materiales con se fabricó esta vajilla fueron varios: la cerámica y el metal se vieron adornados por arabescos, cincelados o grabados sobre estructuras cada vez más complejas y diversas. En la época del Renacimiento el trabajo sobre el cristal y el oro llegó a alcanzar un altísimo nivel.

  
A fines del siglo XIX y principios del XX, estuvo de moda tallar las copas sobre cristales de colores. Sin embargo, los entendidos en el arte de beber sustituyeron progresivamente estas copas coloridas por otras incoloras, perfectamente transparentes en las cuales les era posible apreciar, sobre todo, el vino, que en latín significa "ver a través de".

De este modo se crearon copas especiales para cada tipo de vino: blanco, tinto, añejado, champagne, espumante y de postre.

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